Sigo trabajando y qué bien que sea así

gabriel roldan animo pandemia

 

Al principio, como todas las personas tuve que incorporar el impacto de los primeros momentos del Covid y las posteriores evoluciones de la pandemia. Para mí fue importante aprender a gestionar el miedo dentro de mis otras muchas emociones, darme cuenta de cómo me afectaba y aceptarlo como compañero de viaje. Esto me ayudó a calmarme y aliviar la tensión interna que siento ante las incertidumbres de lo que sucede y las ansiedades del devenir.

El cuerpo es ese otro radar que nos envía señales de como de verdad estamos viviendo la realidad y que a veces con la cabeza no podemos ver. Puede mostrarse a través de los síntomas físicos como dolores de cabeza, cansancio, dolores musculares, insomnio, tristeza o síntomas depresivos.

En nuestro vivir cotidiano han cambiado nuestros mecanismos de distensión como la cervecita o el café en el bar con las amigos, los viajes, y otras muchas cosas en la cotidianidad. Es básico no desatendernos. El ejercicio físico, los bañitos en el mar, el yoga, la lectura, oír música y pasear alivian. Soy también más consciente del valor de las pequeñas cosas que son importantes y los planes son a corto plazo.

Estoy viendo que nos preocupa cómo serán las navidades y los riesgos de reunirnos con nuestros familiares. Bueno, siempre ha tenido sus peligros la familia y algunos se alegran de que sean diferentes. El distanciamiento social sí es una consecuencia de todo esto, la soledad no es igual para todos y un drama en algunos casos.

Con respecto al trabajo en la consulta hay una pérdida de referencias en el encuadre tradicional que hay que ir reinventándolo; he incorporado la mascarilla progresivamente y veo cómo esto afecta en la expresión de las emociones.

En todo momento están presentes los confinamientos de los pacientes cuando enferman y los sustos cuando se dan casos en mi entorno. He incorporado la terapia on-line, que antes me resistía a utilizar y ahora es una herramienta de utilidad.

Los grupos de supervisión y terapia continúan, lo cual me parece muy importante para mantener el encuentro y la relación con los otros. Con todo ello he seguido trabajando en estos tiempos nuevos. El trabajo es pesado, denso y a veces me viene la fantasía de la jubilación pero es un reto interesante, como casi siempre.

Os invito a leer este interesante artículo publicado en «El País»: La dureza de ser psicólogo en una pandemia

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