Reflexiones

2
Jun

Homenaje a MONICA ZURETTI referente en el Psicodrama, amiga y profesora.

psicodrama mayo2024El número 78 de la publicación de la Asociación Española de Psicodrama le dedica la portada y algunos artículos en los que he participado a la memoria de Monica Zuretti, un referente en el Psicodrama, amiga y profesora.

“Tenía alma de chamana con experiencia, hechicera y bruja sanadora. Acompañaba bien el sufrimiento ajeno, con ese saber viejo de un conocimiento con causa, por los dolores propios vividos. Era una persona que sentías que te veía. Paciente y profunda en la escucha y con respuestas sencillas”.

Os dejo el relato completo que se publicó en la revista, a la que podéis acceder de forma libre en pdf: aquí

Los relatos y más in memorian son aproximaciones a la realidad, retazos de recuerdos, acaso emociones transformadas a lo largo de 40 años y reescritas en nuestro itinerario de vida, como un modo de hacernos más amable el devenir cotidiano hasta la muerte. No sé si voy a escribir de ella o de mí.

Monica estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, conoció a Moreno y a Zerka en Argentina, haciendo de traductora en una conferencia de ellos y posteriormente le invitaron a ir a Beacon con una beca; lo cual le sorprendió e ilusiono. No lo pensó mucho, dejó a los hijos y al marido del que estaba separándose y se marchó por varios meses a vivir y estudiar psicodrama. La experiencia la cambio y lo relata en un texto: “Mis días en Beacon, el descubrimiento de otras dimensiones”.

A Monica, la experiencia en Beacon con Jacob y Zerka en el Moreno Institute en Beacon New York, en el valle del Hudson la transformaron profundamente al “entender que la vida y el psicodrama se complementaban, no era posible actuar profesionalmente de un modo y vivir de modo diferente”. Regreso a Buenos Aires con El título de directora de Psicodrama en 1969, y fue la primera latinoamericana en graduarse con Moreno.

Ella decía que con el tiempo comprendió de energías y secretos, que en aquel teatro como tantos otros lugares sagrados, llevaba grabado en sus paredes, en cada una de sus maderas las escenas que habían pasado por él.

Solía comentar el ritual al comenzar las sesiones: “Con la ternura que muchas veces expresa Zerka en el trato con su gente solía colocar un bolso lleno de golosinas allí en el medio del teatro que se transformaba”. Nadie comía mientras trabajaban.

En la última videoconferencia con Monica, le  pedí información para hablar de Zerka en el congreso de la AEP de Haro, sobre cómo era la relación de pareja entre Moreno y Zerka. Estuvo evasiva. Me dijo Zerka era muy buena, y se emocionó al recordar que se sentaban las dos al finalizar las sesiones de psicodramas en la tarima del teatro en silencio a compartir  un bocadillo de azúcar. Eran su momento de intimidad.

Monica fue importante en mi desarrollo profesional de mis primeros años, una maestra de referencia. La conocí en Bilbao como docente en la formación del Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco sobre Psicoterapia de grupo en Instituciones Públicas  en los inicios de los años 80 del siglo pasado. Entonces yo, y también ella éramos jóvenes. Venia cada 3 o 4 meses a trabajar  una semana, y nos formaba en psicodrama moreniano, con teoría y trabajo vivencial de terapia y entrenamiento, en un formato residencial en el hospital psiquiátrico de Zamudio. Posteriormente alargaba sus viajes por Europa realizando formación en Italia, y Suecia.

Nosotros éramos un grupo de profesionales sanitarios de la salud pública heterogéneo, médicos, psicólogos, psiquiatras y enfermeras. Teníamos de referencia el modelo clásico hospitalario o psicoanalítico, y bastantes dificultades para poner el cuerpo en escena delante del grupo. Ella tomo con calma nuestras resistencias A mí me conquisto esa paciencia de no esperar hacer, sino estar con lo que había, y el modo de proponer, acompañar y distender. Me daba confianza. Como ella decía psicodrama se aprende haciendo psicodrama.

Yo tenía importantes responsabilidades como director de un centro, con poca experiencia profesional, mucho atrevimiento, tenacidad y gran inconsciencia, que años después me he dado cuenta que tapaban el miedo a la tremenda aventura que fue la primera comunidad terapéutica en el país Vasco en plena ebullición de los años 80 del consumo de heroína. Su dinamismo y entusiasmo me contagio, y la convencí para que posterior a la docencia trabajara con el grupo de pacientes y profesionales en la Comunidad Terapéutica Haize-Gain. Eran años donde se estaba realizando una transformación del modelo asistencial tradicional de beneficencia a otro más profesional. Nos ayudó mucho con su experiencia en grupos, para darle una vuelta a una estructura rígida por otra más flexible y humana.

Cuando le solicitaba una interpretación de que veía en el grupo o al equipo, me solía contestar con otra pregunta:

Pero vos como os sentís. Hacer caso de vuestra contratransferencia, del tele “la percepción correcta del otro que incluye la percepción que el otro tiene de mi “.

 

Tened confianza en vos. Escucha de dentro, no el ruido de fuera, ni de tu cabeza.

 

Déjate de teorías y libros. Mirate pa dentro Gabi, que sentís, o mejor, déjate de tonterías y control, que intuís, a donde va tu locura, tu disociación, vete, vete un rato a dar una vuelta por el monte (trabajábamos en un lugar idílico en la montaña) y volvé.

 

Tenía alma de chamana con experiencia, hechicera y bruja sanadora. Acompañaba bien el sufrimiento ajeno, con  ese saber viejo de un conocimiento con causa, por los  dolores propios vividos. Era una persona que sentías que te veía. Paciente y profunda en la escucha y con respuestas sencillas. Con sus claroscuros en el alma, divertida, jovial, profunda, distendida, alegre. Otras veces, evasiva, huidiza del negro y de la depresión. Podía elevar la voz, enfadarse, su “basta ya; y al rato poner esa sonrisa de niña buena que te desarmaba.

Cuando trabajaba hacia magia. Comenzaba sencillo. A lo largo de su carrera profesional el encuadre fue haciéndose menos estricto, y más espontáneo. Te decías qué va hacer. Podía tomar unas madejas de colores y empezaba a jugar con los participantes e ir trenzando vínculos hacia el inconsciente muy despacio. No hay camino cierto, solo sombras, susurros, intuiciones y dejarse ir. Perderse de una escena a otra, encadenando historias hasta “el momentum”.

Hay un momento de nacimiento decía: El Momentum, un espacio tiempo continente escondido en los secretos de cualquier historia traumática o dolorosa y saber que la posibilidad de sanar se encuentra en aquellos instantes de contacto por más pequeños que sean. Era una clave en la profundidad del psicodrama de Monica.

A veces pensaba cuando acompañaba a Monica en psicodrama, se le ha ido la olla. Y de pronto, retomaba una escena pasada, hilaba un camino y Uauhhh, te sorprendía, trabajando hasta llegar el útero y la matriz genética, como ella lo llamaba. Ese momento antes del nacimiento. Iluminando lo inter subjetivo, movía potentes emociones. Como se lloraba en sus sesiones.

Otro momento especial para muchos de nosotros, que fuimos de España a Argentina, es el  Congreso de Buenos Aires de Psicoterapia de grupo IAGP 1995. Entonces ella era Vicepresidenta de la IAGP, y lo organizaba, animando a la presidencia de su “hermano” Roberto de Inocencio posteriormente. Un día, después del Congreso, hubo una fiesta en su casa que parecía la película del guateque, con su familia, alumnos, amigos y colegas de todo el mundo. Éramos una multitud, bebiendo, cantando y comiendo. Conocer a Monica en su salsa rodeada de cariño y esplendor era memorable.

Su abuelo fue un referente para ella, médico, iniciador de la homeopatía en argentina, y luego Moreno fue su otro padre, del que sentía que la iluminaba, y acompañaba iniciando caminos nuevos para crear a través de la acción de los pequeños grupos, una cosmología grupal universal, afín a la cosmovisión moreniana. Ubicaba al psicodrama en la posición de cualquier movimiento revolucionario que confía en el grupo pequeño para lograr un cambio.

Los bandos y las peleas entre los psicodramatistas que habían acontecido entre 1969 entre Buenos Aires, Brasil posteriormente Japón hasta Cattolica en 1987; le habían afectado y entristecido mucho, sentía una responsabilidad por ello, e instaba a los jóvenes colegas a no cometer los mismos errores, y tratarse con respeto entre las diferentes orientaciones y escuelas. Años difíciles antes y posteriores a la muerte de Moreno en 1974.

En sus últimos años tejía vínculos interculturales para conectarse y perseguía la paz a través de un encuentro profundo entre las personas. Programando círculos on–line psicodramáticos a través del mundo con colegas y personas interesadas.

La docencia en la UBA de Buenos Aires en los cursos de posgrado en psicodrama, y las experiencias de SocioPsicodrama con las ballenas, son algunas de sus actividades que le acompañaron hasta el final de sus días.

Quisiera recordarle el regalo que le hizo tu padre en el momento de su partida. “Solo cuando uno está en paz con todos los vínculos de su vida se pueden realizar cambios cualitativos, como la muerte, con alegría.»

Querida Monica Gracias.

Deseo despedirme de ti. Aunque lo mismo vos me echas la bronca y dices como tu hijo Fernan “déjate de pendejadas y no seas tan solemne, no es necesario”.

Ah, y recordaré lo que nos decías  “La profundidad del encuentro pasa por el corazón”.

Notas:

En el texto hay palabras de ella entrecomilladas de los siguientes textos de Monica:

– Mis días en Beacon, el descubrimiento de otras dimensiones (facsímil).

– El hombre en los grupos. Sociopsicodrama. Editorial Lumen, 1995.

– El Psicodrama. Aporte a una teoría de los roles. Sauri. Menagazzo. Zuretti. Noseda de Bustos. Severino. Proyecto cinae, 1982.

 

2
Oct

40 años de aventura profesional

40 años Haize Gain Gabriel Roldan

Haize Gain en 2022

Grupo de trabajo, Haize Gain, años 80

Psicoterapia de grupo, Haize Gain, años 80

Hace ya 40 años que empezó mi aventura profesional en la psicología. En junio de 1982, recién titulado por la universidad Autónoma de Barcelona, participé en una convocatoria abierta de Diputación para crear el “primer centro de drogodependientes en régimen de internamiento del País Vasco”.

Fui elegido como psicólogo y el 23 de septiembre de ese mismo año se abrió la Comunidad Terapéutica de Haize Gain, gestionada por Agipad, donde ejercí durante 20 años como psicólogo y director. Esta etapa fue una intensa experiencia profesional y personal. Desde entonces soy un entusiasta de las comunidades terapéuticas y de la terapia de grupo.

Iniciamos nuestra vida en el grupo familiar y posteriormente vamos creciendo, desarrollándonos, incluso enfermando, en los diferentes grupos por los que transitamos. En ellos establecemos los vínculos que nos van conformando y sosteniendo a lo largo de la vida.

Este jueves 23 de septiembre de 2022, regresé a Haize Gain 40 años después y me inundaron emociones de todas las experiencias vividas, también me ilusionó ver que sigue siendo un magnífico centro para afrontar los problemas con las drogas. Es un lugar en el que se respiran la calma y la pausa necesarias para encontrarse a uno mismo.

Quiero dar las gracias a todos los profesionales que han formado parte de este proyecto, y a todos los pacientes, que durante años me enseñaron tantas cosas.

Equipo de la Comunidad, de izquierda a derecha: Txema Fernández, Javier Aramburu, María Eugenia Lijó, Asun Berasategui, Cinta Guinot. Años 80.

Equipo de la Comunidad, de izquierda a derecha: Txema Fernández, Javier Aramburu, María Eugenia Lijó, Asun Berasategui, Cinta Guinot. Años 80.

 

Fotografía con Julen Perurena, psicólogo y José Luis Arrese, psiquiatra. Años 80

Fotografía con Julen Perurena, psicólogo y José Luis Arrese, psiquiatra y coordinador de la Red de Salud Mental de Gipuzkoa. Años 80.

 

Exterior comunidad Haize Gain. primeros años
Exterior comunidad Haize Gain. 1982.

 

Recorte de prensa, años 80

Recorte de prensa, años 90.

 

Revista creada por los pacientes de Haize Gain

Revista creada por los pacientes de Haize Gain.

 

Revista X Aniversario Haize Gain

Revista X Aniversario Haize Gain

14
Mar

Terapia online

 

Gabriel-Roldan-Psicoterapia-donostia-online

Hasta hace dos años era muy reacio a trabajar online, especialmente a realizar terapias personales.

El periodo de aislamiento del inicio de la pandemia me obligó a adaptarme y a utilizar las tecnologías para continuar con las terapias iniciadas, que además se vieron seriamente agravadas en la mayoría de casos.

Tras vencer mis resistencias iniciales y mi torpeza con la tecnología, hoy en día las videollamadas están plenamente integradas en mi trabajo cotidiano, llegando a ser utilizadas por 1 de cada 5 pacientes, con los cuales me conecto vía Skype o Zoom.

Este tipo de terapia está siendo utilizado por pacientes en su mayoría jóvenes que en su día iniciaron su terapia de forma presencial en Donostia pero hoy en día viven en diferentes partes del mundo, desde EE.UU a Australia pasando por Bélgica y Suiza.

Esto también ha posibilitado no interrumpir la terapia en usuarios que por algún motivo no puedan acudir a consulta un día determinado, lo que resulta interesante para todos.

Actualmente también estoy iniciando terapias con pacientes nuevos exclusivamente vía online, lo que resultaba impensable para mi hace dos años.

12
Dic

Sigo trabajando y qué bien que sea así

gabriel roldan animo pandemia

 

Al principio, como todas las personas tuve que incorporar el impacto de los primeros momentos del Covid y las posteriores evoluciones de la pandemia. Para mí fue importante aprender a gestionar el miedo dentro de mis otras muchas emociones, darme cuenta de cómo me afectaba y aceptarlo como compañero de viaje. Esto me ayudó a calmarme y aliviar la tensión interna que siento ante las incertidumbres de lo que sucede y las ansiedades del devenir.

El cuerpo es ese otro radar que nos envía señales de como de verdad estamos viviendo la realidad y que a veces con la cabeza no podemos ver. Puede mostrarse a través de los síntomas físicos como dolores de cabeza, cansancio, dolores musculares, insomnio, tristeza o síntomas depresivos.

En nuestro vivir cotidiano han cambiado nuestros mecanismos de distensión como la cervecita o el café en el bar con las amigos, los viajes, y otras muchas cosas en la cotidianidad. Es básico no desatendernos. El ejercicio físico, los bañitos en el mar, el yoga, la lectura, oír música y pasear alivian. Soy también más consciente del valor de las pequeñas cosas que son importantes y los planes son a corto plazo.

Estoy viendo que nos preocupa cómo serán las navidades y los riesgos de reunirnos con nuestros familiares. Bueno, siempre ha tenido sus peligros la familia y algunos se alegran de que sean diferentes. El distanciamiento social sí es una consecuencia de todo esto, la soledad no es igual para todos y un drama en algunos casos.

Con respecto al trabajo en la consulta hay una pérdida de referencias en el encuadre tradicional que hay que ir reinventándolo; he incorporado la mascarilla progresivamente y veo cómo esto afecta en la expresión de las emociones.

En todo momento están presentes los confinamientos de los pacientes cuando enferman y los sustos cuando se dan casos en mi entorno. He incorporado la terapia on-line, que antes me resistía a utilizar y ahora es una herramienta de utilidad.

Los grupos de supervisión y terapia continúan, lo cual me parece muy importante para mantener el encuentro y la relación con los otros. Con todo ello he seguido trabajando en estos tiempos nuevos. El trabajo es pesado, denso y a veces me viene la fantasía de la jubilación pero es un reto interesante, como casi siempre.

Os invito a leer este interesante artículo publicado en «El País»: La dureza de ser psicólogo en una pandemia

22
Mar

Buenas relaciones pueden hacer milagros

gabriel roldan Angela molnos

Hoy me he despertado temprano, he dormido inquieto, con una presión en el pecho, tengo pocas ganas de comer y hasta me cuesta ir al baño. Estoy en alerta, tengo miedo aunque no sé a qué.

Sé que está situación que vivimos actualmente en relación al coronavirus va a llevar su tiempo. Desconocemos cuanto, a veces se nos va a hacer largo y nuestro estado de ánimo va a a ir cambiando.

Después de una primera etapa de impacto por la novedad, continua una travesía emocional por el túnel de un desierto marciano hasta que veamos más luz.

Recupero recuerdos poco favorecedores de mi recorrido profesional. Me viene a la cabeza la doctora y amiga, Ángela Molnos, antropóloga y psicoanalista húngara residente en Londres. Creo que sería en 1986 cuando Ángela vino a ayudarnos a elaborar la situación posterior al impacto de la irrupción del SIDA y la muerte de los primeros pacientes en la comunidad terapéutica Haize-Gain.

Como director del centro no me sentía muy competente, pues me había imaginado como Churchill arengando a pacientes y equipo a mantener el ánimo ante la zozobra del momento; pero la realidad era que estábamos muy deprimidos. Los silencios eternos se sucedían en los grupos y me costaba hablar, más bien me empequeñecía en la silla hasta casi querer desaparecer; lo cual me daba mucha vergüenza y sentir que no valía lo que hacía.

Ángela nos relató su experiencia de joven durante la guerra en un campo de concentración nazi y lo que a ella le sirvió para vivir. Nos contó en esa mesa de la foto cómo aprendió lo importante que era para la supervivencia el mantenerse vinculado con otras personas y el sentirse parte de un grupo. También que la mirada, o sea, «mirar y ser vistos» era parte fundamental para sentirnos y reconocernos como personas y que la presencia de esos otros servía mucho para mitigar el sentimiento de soledad y angustia tan grande en momentos difíciles.

Nos habló entre otras cosas de «los muertos vivientes», esas personas que vemos en los documentales de la época que con la mirada vacía deambulaban por el campo sin rumbo; pero eso es otra historia, sobre el abandono o la resistencia, o resiliencia ante la depresión.

Con estas reflexiones me relajé mucho.

Desde entonces y no se hasta cuántos años después un cartel presidia la sala de reuniones «buenas relaciones pueden hacer milagros». Ahora que veo a colegas y amigos promoviendo todo tipo de grupos y redes de apoyo y reflexión pienso en esas palabras.

19
Mar

Stress postraumático

stres postraumatico gabriel roldan

 

Estos días estoy recuperando memoria emocional de otros sucesos en mi vida que tienen que ver con el contagio del virus y la muerte.

En 1985 yo era un joven psicólogo responsable de un centro asistencial para toxicómanos en San Sebastián en los tiempos duros de la heroína. Habíamos oído hablar del sida, pero lo veíamos como algo lejano, propio de los americanos.

Nuestra realidad cambió bruscamente, creo que era octubre, cuando un paciente enfermó gravemente e ingresó en el hospital falleciendo a los pocos días de sida.

El impacto para todos fue brutal. El miedo ya presente en el proceso de la enfermedad se convirtió en pánico.

¿Estaré infectado? ¿Cómo se transmite el virus? ¿Qué hacemos? ¿Qué hacer?

Muchas preguntas para tantas incertidumbres que de pronto irrumpían en nuestras vidas y para las que no teníamos respuestas en ese momento.

Algunos (pocos) pacientes y profesionales se fueron. Las familias estaban asustadas, hubo alarma en los vecinos y algunos amigos nos rehuían. Se habló con ellos. Prevaleció la calma y la solidaridad. Fueron meses muy intensos de angustia y trabajo. Hoy ya mayor me pregunto cómo pudimos continuar.

Estos días mi cuerpo recupera esta memoria del sufrimiento. Sé que el coronavirus es otra cosa, otra historia diferente que nada tiene que ver con aquello. Tengo que recordármelo continuamente para parar de temblar y poner distancia con las noticias.

¡Ánimo! Hoy también es un buen día, y en un rato va a salir el sol.