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Estos días estoy recuperando memoria emocional de otros sucesos en mi vida que tienen que ver con el contagio del virus y la muerte.

En 1985 yo era un joven psicólogo responsable de un centro asistencial para toxicómanos en San Sebastián en los tiempos duros de la heroína. Habíamos oído hablar del sida, pero lo veíamos como algo lejano, propio de los americanos.

Nuestra realidad cambió bruscamente, creo que era octubre, cuando un paciente enfermó gravemente e ingresó en el hospital falleciendo a los pocos días de sida.

El impacto para todos fue brutal. El miedo ya presente en el proceso de la enfermedad se convirtió en pánico.

¿Estaré infectado? ¿Cómo se transmite el virus? ¿Qué hacemos? ¿Qué hacer?

Muchas preguntas para tantas incertidumbres que de pronto irrumpían en nuestras vidas y para las que no teníamos respuestas en ese momento.

Algunos (pocos) pacientes y profesionales se fueron. Las familias estaban asustadas, hubo alarma en los vecinos y algunos amigos nos rehuían. Se habló con ellos. Prevaleció la calma y la solidaridad. Fueron meses muy intensos de angustia y trabajo. Hoy ya mayor me pregunto cómo pudimos continuar.

Estos días mi cuerpo recupera esta memoria del sufrimiento. Sé que el coronavirus es otra cosa, otra historia diferente que nada tiene que ver con aquello. Tengo que recordármelo continuamente para parar de temblar y poner distancia con las noticias.

¡Ánimo! Hoy también es un buen día, y en un rato va a salir el sol.

El pasado 25 de octubre participé en la jornada «I+D en el TRATAMIENTO DE ADICCIONES EN EL SIGLO XXI» organizada por la Coordinadora de Comunidades Terapéuticas (CCTT), Pisos de Reinserción (PPRR) y Centros de Día (CCDD) para drogodependientes de Catalunya en la Casa del Mar de Barcelona.

Mi relación con las comunidades terapéuticas es extensa, en el año 1982 inicié mi trabajo en la Comunidad Terapéutica Haize Gain de San Sebastián, donde fui director hasta el año 2001. Durante este tiempo compaginé mi trabajo clínico con cargos de representación a nivel nacional y europeo en el ámbito de las drogodependencias. Ha sido emocionante e intenso volver después de tantos años a encontrarme con antiguos colegas y personas jóvenes para seguir indagando sobre un recurso con tanta potencialidad como es la comunidad terapéutica y poder compartir mi experiencia ante más de 200 profesionales.

Participé en la mesa redonda titulada «Innovacions en el tractament de les addiccions a les CCTT» con la ponencia «Comunidades terapéuticas, nuevos desafíos, aprendizaje y oportunidades», y en ella desarrollé tres puntos esenciales.

1. ¿Qué es lo esencial en una comunidad terapéutica?
2. La comunidad terapéutica: Una necesidad de cambio permanente-continuo. ¿Qué se puede cambiar y qué no?
3. El equipo de trabajo y los profesionales son el principal valor de una comunidad ¿Cómo cuidarla?

A mi parecer los fundamentos terapéuticos principales de las C.T. son:

• Relevancia de los grupos respetando la individualidad de cada cual.
• Es un recurso intensivo de 24 horas con gran capacidad para el aprendizaje y el cambio.
• La ayuda mutua como axioma «Tú puedes hacerlo pero no solo»
• Dar un rol protagonista a la persona, sea usuaria o profesional, lo que ahora llamamos empoderamiento. Y una mirada más allá de la droga.
• El aprendizaje social mediante la interacción social que proporciona a las personas un mayor sentimiento de autoestima como resultado de la asunción de responsabilidades. Lo importante para los residentes es aprender a enfrentarse a las limitaciones.
• El objetivo es el cambio. La posibilidad de que la persona se interrogue, adquiera y desarrolle unas capacidades en la relación con los otros, menos dolorosas para su «psiquismo» y más adaptativas con su entorno.
• La comunidad terapéutica oferta como algo diferente la capacidad de exploración de conductas en un ambiente protegido y la posibilidad de pararse a pensar con la ayuda de los otros.
• Sentirse más capaz. «Yo puedo, yo valgo, yo sé vivir y sentir de otra manera».
• La importancia de la adquisición de hábitos y habilidades en las relaciones sociales a través del trabajo grupal con herramientas para afrontar aspectos de la vida cotidiana, como dice Maxwell Jones (1985) «Una lección importante que se aprende en una C.T. es la diferencia entre lo que una persona dice y lo que hace. Es mi conducta la que determina lo que soy.»
• La C.T. es un recurso intensivo pero transitorio, es un lugar para la experimentación de espacios de relación para otras personas y con uno mismo para el establecimiento de vínculos, la exploración de sentimientos y es un espacio emergente de conflictos como elementos de la vida cotidiana. Sobretodo es un modo de relación del paciente con la enfermedad desde la perspectiva comunitaria, que cuenta con experiencias desde hace más de 60 años y ha supuesto un revulsivo a la tradicional atención de los problemas de salud y de la drogadicción.

Aquí podéis ver el programa completo de la jornada.

Del 1 al 3 de Junio participaré como ponente en el VI Congreso Internacional de Patologia Dual y Adictiva que se celebrará en Lisboa organizado por la Associação Portuguesa de Patologia Dual (APPD), bajo el tema Patologia Dual y Adictiva: Un desafío para la Humanidad.

Dentro del programa, tengo el honor de exponer el tema «Comunidades Terapéuticas, Políticas públicas en el País Vasco».

Podéis consultar el programa completo en el siguiente enlace.